sábado, 20 de abril de 2013

Discos Perfectos I: Led Zeppelin Vol. 2 (1969)

¡¡¡Saludos taberneros!!

Hasta ahora, he hablado de "tabernas", de rimas y no de música. Ya estaba tardando. Por ello, hoy os presento una nueva sección de mi blog de la que espero os enamoréis: Discos Perfectos. Una sección en la que voy a ir analizando discos en los que quitar una nota sea un suicidio y añadir otra un craso error. Lp's inmortales, que hayan creado un impacto desde su lanzamiento hasta el final de los mundos. Música de las esferas en cualquier formato y estilo. Todo ello analizado desde mi punto de vista crítico de la música y en la que estoy abierto a peticiones vuestras. Arrancamos...

Si miramos en la R.A.E el significado de "dirigible" (zeppelin en inglés) nos encontramos lo que sigue:

1. m. globo fusiforme que lleva una o varias barquillas con motores y hélices propulsoras y un timón para guiarlo. Su envoltura puede ser de diversas materias, incluso de metales ligeros, y está provisto de una armadura que le da rigidez.


Una descripción perfecta para Led Zeppelin y su Volumen II. Un dirigible con varias barquillas, la hélice del capitán Jimmy Page a la guitarra, el almirante Robert Plant y de timonel un tal John Bonham. Su envoltura diversa, incluso de metales ligeros provisto de una armadura por el brigadier John Paul Jones que le da rigidez. Deténgase un momento, tome aire y sea bienvenido al Volumen II , la nave más perfecta que ha surcado, surca y seguirá surcando el cielo del mejor rock de todos los tiempos.

Todo empieza con una mueca y una sonrisa en la imperecedera Whole Lotta Love, total nada, un himno al mismísimo universo con riffs de Jimmy Page. Una canción genial, la descripción musical de un vuelo de altura con un paracaídas erótico en las letras del señor Plant. El hombre al que no le importaba el ritmo, porque él es el ritmo. Basta ya de melodías empalagosas , estructuras encuadradas y correcciones formales. Robert Plant demuestra que para cantar rock hay que hacerle el amor a la canción de cien posturas y mas de mil melodías tan caóticas que juntas, son perfectas. Todo esto no sería posible sin la apisonadora Bonham, no se lo digo yo, se lo dice él y sus infinitos "tacatacatatatata" recorriendo de un lado a otro los hemisferios del cerebro del que escucha durante la práctica de la música. ¿Lo oye?

El viaje prosigue y nos deja la bipolar What Is and What should never be, un tema con dos tonos, el que debe y el que no debería. En el primero disfrutamos de una de las líneas de bajo mejor cuidadas del disco de la mano del maestro Paul Jones. Una atmósfera tan sensual que casi vemos las notas derramarse por nuestros oídos. En el segundo, energía, pasión, fuerza, ritmo...rock.

Tercera estación, The Lemon Song. Espero que el viaje esté siendo de su gusto. En este tema, toda la acidez y frescura propia de sorber un limón una tórrida tarde de verano. Una fantasía rítmica y técnica con elementos blues y rock and roll de un prestigio envidiable. Unas líneas de bajo depuradas y una batería que no cesa. Guitarras que van y vienen, unas veces delante, otras acompañando la voz y otras simplemente marcando diferencias.

En Thank you, digo gracias yo también. Guitarras evocadoras al inicio con teclas de ensueño que hacen ver que un gran disco esta hecho de todo. Desde lo profundo a lo liviano, lo duro a lo suave y de lo mundano a lo místico. Un ir y venir de música de las esferas, como dije.

Quinta estación Heartbreaker, otro himno. ¿Cómo explicarlo? bueno ya sé cómo. ¿Ha roto o le han roto el corazón alguna vez? Esta es su canción. Se repite y se repite pero nunca aprende uno. Una de las mejores canciones del disco, repleta de energía de principio a fin. No quiero ser reiterativo, esta vez se lo deletreo: "r","o","c","k". Rock.

En Livin' Lovin' Maid (She's Just a Woman) puede ir a bailar un rato o disfrutar de un minutos de esparcimiento. Estribillos y coros melódicos para su gusto y disfrute. Una vez acaba la anterior y empieza Ramble On puede relajarse retomando su sitio si así gusta. Un tema profundo con una voz potente que intercala partes muy rítmicas con otras pausadas llenas de encanto. Un buen momento para mirar por la ventana de donde se encuentre y disfrutar de todo lo que se mueve a su alrededor.

¡Peligro en la travesía! Moby Dick se nos ha cruzado. Una bestia marina de los tambores, la Sagrada Biblia de todo batería que se precie. Sir John Bonham al habla, el hombre que murió ahogado en su propio vómito en una fiesta pero que nos legó obras maestras como esta. Cinco minutos de trance rítmico a los timbales, con riffs de entrada y salida. Redobles y más redobles, el aterrizaje de nuestro viaje que ya torna a su fin.

Y así lentamente, a ritmo de blues en Bring It On Home, vamos tomando tierra después de este viaje fascinante. Y si todo esto fuera poco, al final de la terminal nos espera un enérgico último adiós que como anuncia su estribillo: ("llévalo hasta casa") nos deja con la sensación de no querer separarnos nunca más de este disco durante toda nuestra vida.


Espero que os haya gustado esta primera entrega de Discos Perfectos y no dejes que yo te lo cuente todo, añádelo desde ya a tu discografía:

                                                                                                                                                                                                                                                                                           

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